
Palabras de Lic. Gisela Pedersen, por los 50 años del día del Psicólogo/a
Conmemoramos los 50 años en que se estableció nuestro día. Un 13 de octubre de 1974 en la ciudad de Córdoba, se legitimó nuestra profesión, con el encuentro de estudiantes y colegas.
Como Presidenta del Colegio de Psicólogas y Psicólogos de Salta me referiré brevemente a aquel momento como a los logros conseguidos en estos 50 años.
Detrás de la convocatoria de ese momento fundacional estuvo la Confederación de Psicólogos de República Argentina (COPRA). La organización fue la primera manifestación orgánica de los profesionales de la especialidad, que había iniciado su constitución a fines del año anterior. La confederación estaba integrada en sus comienzos por representantes de las asociaciones de psicólogos de Capital Federal, Córdoba, La Plata y San Luis.
También concurrieron estudiantes y profesionales de la salud mental provenientes de otros puntos del país donde aún se encontraban en proceso de constitución las respectivas organizaciones gremiales. En 1977, la COPRA se disolvió y se reorganizó con el nombre de Federación de Psicólogos de la República Argentina (FePRA). Su presidenta, Beatriz Perossio, que también presidía la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires (APBA), desapareció durante el llamado Proceso de Reorganización Nacional en la última etapa de la dictadura militar en Argentina. Cabe destacar que este salón lleva su nombre en homenaje a su labor y compromiso.
Aquella reunión que se llevó a cabo entre el 11 y el 13 de octubre de 1977 y con la multitudinaria presencia de nutridas delegaciones de casi todo el país, integradas en su mayoría por estudiantes, la moción hecha a “todo pulmón” era: que se declare el 13 de octubre el día del psicólogo. Una estridente ovación fue la respuesta. Quedó así instituido el “DÍA NACIONAL DEL PSICÓLOGO” Uds. se habrán preguntado el porqué de esa propuesta.
Aquella fue una época de auge revolucionario en la Argentina, donde Córdoba mostraba lo más avanzado de ese proceso; con hitos como el Cordobazo y las heroicas luchas de los obreros mecánicos, que -como el resto del país- estrecharon filas con el estudiantado que, buscando cambios sociales substanciales, sellaron la unidad obrero-estudiantil. La psicología también estaba atravesada por ese proceso, tanto en el ámbito académico como en el gremial. Y esta propuesta tenía que ver con una búsqueda de identidad como psicólogos, identidad que nos había sido negada, relegada, bastardeada. Era indispensable, entonces, definir quiénes éramos y de dónde veníamos, por eso fue necesaria una propuesta que unificara el profundo debate sobre el rol del psicólogo. El debate era muy fuerte, con posturas encontradas que exigía una definición trascendental: seguir siendo un profesional de la buena adaptación al sistema imperante o posicionarse desde un nuevo lugar como agentes de cambio social.
Diferentes posicionamientos, sobre cuyas causas quizás tendríamos que bucear en nuestros orígenes, estuvieron ligados a la filosofía y después a la psiquiatría, donde los viejos psiquiatras no estaban dispuestos a compartir el poder con estos profesionales que sólo usaban la palabra; ni los monopolios de los medicamentos para resignar sus márgenes de ganancia.
Pero también hay algunas respuestas más a aquella pregunta inicial de ¿Quiénes Somos?: Somos aquellos profesionales de un saber y una práctica desvalorizada, los que hemos recorrido caminos sin huellas. Somos los que tuvimos que trabajar casi 30 años sin reglamentación legal. Somos producto de una historia de enfrentamientos entre el ser legal y el ejercicio clandestino. Nuestras energías de los años 60 o 70 estuvieron puestas en las luchas gremiales con el poder médico y el poder público para que se legitimara nuestra práctica. Somos los que debimos enfrentar graves desafíos, como cuando un gobierno de facto decidió definir al psicólogo como auxiliar de la psiquiatría, cercenando nuestras posibilidades laborales. Pero quizás, el peor desafío que enfrentamos fue cuando la dictadura militar instaurada en 1976 inició el cierre de las carreras de psicología, donde algunos fuimos perseguidos, cesanteados, encarcelados y otros muertos o desaparecidos, como en el caso de nuestra colega Beatriz Perossio, la entonces presidenta de la FePRA que mencioné anteriormente.
Es probable que el conocimiento o el reconocimiento de estos hechos permita comprender la propuesta como parte de la búsqueda de una identidad profesional. Hoy, lo mismo que ayer, a los que nos gusta andar caminos sin huellas, somos y no somos los mismos. Hemos recorrido un largo camino, hemos luchado, obteniendo conquistas importantes y debemos seguir sorteando obstáculos. Hechos que nos afectan como trabajadores de la salud, impidiendo que nuestra profesión sea plenamente ejercida y dignamente reconocida. Es por eso que convocamos a los colegas para aunar esfuerzos desde cada lugar. Seguimos creyendo que necesario y es posible. Porque de lo que se trata es de hacer posible lo necesario.
La Ley de Salud Mental sancionada en 2010 destaca la importancia de trabajar desde un abordaje integral que permita el total acceso por parte de las familias y aquellas personas con padecimientos mentales y consumos problemáticos. Cito textualmente un fragmento de dicha ley: “debemos garantizar la plena implementación de la norma vigente y para eso necesitamos fortalecer todos los sectores del Estado y la sociedad en su conjunto”.
Una pregunta que debemos hacernos es si lo que ofrecemos está a la altura de la complejidad de las situaciones que atendemos. Las problemáticas de salud actuales nos exigen un trabajo en red, interdisciplinario e intersectorial, que debemos incorporar deconstruyendo modalidades aprendidas.
Entendemos por salud mental aquellas relaciones que permiten pensar al sujeto en su comunidad, como aquello que lo sostiene particularmente en su vida y en el lazo social que sostiene con esta. Al mismo tiempo, tenemos que exigir a las autoridades que los derechos de los usuarios del sistema de salud y los nuestros, como trabajadores, se respeten. Lograr este respeto requiere asumirnos como trabajadores y defendernos colectivamente, no sólo al interior de las instituciones sino también fuera de ellas. Es bueno recordar que los derechos se ejercen, pero antes se conquistan y que en la historia de los trabajadores nunca se conquistaron derechos sin luchar.
Diferentes profesionales y organizaciones psicológicas, desde sus capacidades, sin tanta visibilidad y reconocimiento como agentes de salud pública, y en muchos casos de manera voluntaria, implementan diversas acciones de acompañamiento, asistencia, y orientación psicológica.
Asimismo, es necesario advertir sobre la importancia de que los gobiernos no sólo inviertan más recursos en el campo de la salud mental, sino también que la misma se implemente efectivamente y que se tomen en consideración los aportes de la Psicología para la elaboración de las políticas públicas de salud mental.
En tiempos que representan grandes retos para el mundo entero, se ha demostrado que el aporte de los profesionales en psicología es fundamental para el trabajo en Equipo, entendiendo al ser humano como totalidad. Allí donde hay demanda, hay una gran oportunidad para influenciar vidas, inspirar acciones y motivar sueños, lo que nos convierte en profesionales claves en los procesos de cambio individual que sumados, impactan en nuestra realidad social.
El Colegio de Psicólogas y Psicólogos de Salta reivindica a todos las y los trabajadores de Salud mental, que hicieron de esta profesión una herramienta necesaria en el contexto histórico. Celebrar este día es hacer honor a la memoria, aunando fuerzas, uniendo voluntades, defendiendo nuestros derechos, trabajando por la construcción colectiva. Hoy continuamos reafirmando esta construcción, como la defensa de los derechos de las y los psicólogos de nuestro país, y la de los usuarios de salud mental.
Trabajar en una Institución como el Colegio de Psicólogas y Psicólogos de Salta es construir, buscar nuevos horizontes, dejar nuestra huella e inscribir nuestros actos colectivos
Nuestra profesión requiere de una entrega y solidaridad particular. Por eso, las y los invitamos a que sigamos uniendo nuestras voluntades y pensando en una institución abierta a todas y todos.
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